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MALTRATADORES
No sé si es solo una impresión personal, pero temo que los maltratadores se han multiplicado durante los últimos años en varios países de este lado del mundo. El incremento de casos, denuncias y noticias sobre abusos contra mujeres y niños en Latinoamérica es preocupante, pero también lo es en España y Portugal, países en los que las cifras se han disparado notablemente. De hecho les invito a revisar distintos medios de estas sociedades para que comprueben que no hay un solo día en que no se de cuenta de alguna tragedia que tenga como víctimas a niños o mujeres.
¿Habrá alguna razón especial para este aumento en el número de maltratadores en Iberoamérica? Algún suspicaz de esos que nunca faltan en estos lares pretenderá echar la culpa a la prensa que recoge los hechos. Otros con aires de suficiencia (y sospechosos efluvios de complicidad) pretenderán negar una realidad que se torna alarmante.
¿Acaso los maltratadores -esta sub especie humana que parecería encontrarse en apogeo- habrán proliferado en estos países por aquella característica endémica, eterna y patética de calificar e identificar a los hombres como “machos latinos”, o quizás se trata más bien de un fenómeno general por algún tipo de trastorno social o económico, o ambos, que pudiera haberse esparcido en todo el planeta?
Al margen de los problemas causados por el fundamentalismo religioso de siempre o por el fenómeno migratorio más acentuado hoy que nunca, lo cierto es que, al menos en este lado de lo que se llama el tercer mundo, añadidos además allí España y Portugal, padres putativos de la región, existe un brote inusitado de violencia doméstica, de abusadores (casi siempre hombres), y de víctimas (casi siempre niños o mujeres).
El fenómeno, si es que llega a ser tal y antes ciertos “machos alfa” no lo descalifican, alcanza a todos los estratos sociales y económicos. De igual forma aparece ultrajada y asesinada una mujer en una villa miseria, como se descubre a un niño sospechosamente golpeado en su departamento de cinco estrellas. Igual se agrede y se abusa de una niña en un suburbio cualquiera, como se mata a golpes a una mujer en una lujosa mansión. Así como existen seres obscenos y miserables que son capaces de humillar y deshonrar a una señora como Lilian Tintori en Venezuela, existen otros violentos y ruines como ese criminal que asesinó a su hijastra de seis años en un barrio pobre de Quito.
Y menciono estos casos en particular dentro de miles de casos que colman la prensa, porque el maltrato no puede tener ningún tipo de justificación social o económica, pero aún ideologías políticas o excusas reverenciales. Menciono estos casos porque es tan miserable, tan delincuente y tan ruin quien ejecuta el acto abusivo como el que lo ordena, lo respalda o lo encubre. Menciono estos casos porque todos debemos estar conscientes que entre el maltratador de una mujer y el monstruo que comete un crimen contra un niño, hay tan solo unos años más de experiencia.
Oscar Vela Descalzo