Categoría: Reseñas

RENDICIÓN

Ray Loriga, (Madrid, 1967) es uno de esos autores que a pesar de haber pertenecido al realismo sucio español y haber sido comparado con autores de la “generación beat” estadounidense, acaba de recibir el XX Premio Alfaguara de Novela por una obra de corte clásico que se acerca más al estilo de Orwell o Coetzee que a la prosa rebelde y descarnada de Carver o Bukowski.

Rendición, su nueva novela, es una distopía futurista que sitúa a los personajes principales, el hombre, la mujer y un niño llamado Julio, al final de una guerra que ha durado diez años y que ha asolado la comarca hasta dejarla a expensas del enemigo. Desde sus primeras líneas, Loriga conjuga su oficio de escritor, cineasta y guionista con una puesta en escena magnífica que envuelve al lector en el mundo sórdido y misterioso de esta familia a la que el nuevo gobierno obligará a quemar su casa para ser trasladados como refugiados a la ciudad transparente, una suerte de burbuja que encierra una curiosa metrópoli en la que la gente vive expuesta a la translucidez hasta el punto de extinción de todos sus pudores.

En la ciudad transparente, el gobierno controla cada uno de los aspectos de la vida de sus ciudadanos. Lo mismo les proporciona un trabajo de acuerdo con las capacidades de cada persona, como les asegura la felicidad completa a través de un extraño proceso de purificación. En esta urbe donde la luz brilla las veinte y cuatro horas, donde nadie padece sentimientos negativos, todo resulta tan perfecto que, de forma inconsciente, sus habitantes caen en una especie de letargo dichoso del que pocos quieren salir. Este aborregamiento los convierte en seres pasivos e irreflexivos, casi mecánicos, hasta que alguien en algún punto decide escapar de aquella comodidad tomando otra vez conciencia de quien es en realidad. Sin embargo, la rebelión no es algo que se haya consentido entre los habitantes de la ciudad transparente, o, al menos, no con las consecuencias que el hombre común habría imaginado.

Con un lenguaje preciso y atildado, ‘Rendición’ narra en primera persona, con la simpleza del hombre de campo, pero con las frases impactantes y profundas del que conoce y entiende el sentido de la vida, la tragedia de los vencidos que son desplazados con cierta sutileza hacia un ambiente ajeno y opresivo que bordea el autoritarismo a pesar de que nunca se lo mencione de forma expresa. Y es precisamente en los puntos ciegos de la novela donde se encuentra su mayor virtud, en aquellos detalles que el lector es capaz de imaginar y sentir sin que el escritor nunca se los exponga de forma deliberada.

Los libros que abren interrogantes, como lo hace ‘Rendición’, son los que dejan una huella más profunda entre los lectores. La obra de Loriga resulta ser un estuche de cuestionamientos: ¿Es la rebeldía el último síntoma de bienestar del ser humano? ¿Acaso la felicidad debería despertar todas nuestras alarmas? ¿Podemos ser triunfadores sin haber sufrido jamás una derrota?

Oscar Vela Descalzo

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PATRIA O MUERTE

No se trata de una simple disyuntiva apropiada en estos tiempos por todo populista de extrema izquierda que se precie de tal. Tampoco de una alusión directa a la frase atribuida a Fidel Castro tras la explosión del barco francés «La Coubre» en aquel discurso en el que acusó a la CIA, como tantas otras veces, entre falacias y locuciones publicitarias de su régimen, de haber provocado un atentado que nunca llegó a comprobarse.

Se trata de comprender lo que encierran estas tres palabras que así, juntas, han sido tan manoseadas, tan vulgarizadas por los políticos de show y tarima, demasiado dados a repetir lo que algún presunto iluminado les susurra al oído, lo que sus compañeros han escrito en el libreto o lo que escucharon de pasada en una conversación al más intelectual de sus colegas. Se trata de entender que esas palabras envolvieron los nacionalismos más peligrosos de los que la humanidad haya sido testigo, los que se atrincheraron política e ideológicamente en grupos terroristas como ETA en España, el ELN y las FARC en Colombia, IRA en Irlanda, entre muchos otros.

Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), publicó hace pocos meses la que ha sido catalogada como la mejor novela del año en España, ‘Patria’ (Tusquets). En ella, este escritor de culto muestra un pedazo de lo que fueron casi cincuenta años de violencia de ETA a través de la vida abúlica pero profundamente patriótica de un pequeño pueblo situado en el País Vasco. Con personajes fascinantes, Aramburu forma un rompecabezas de historias cuyo hilo conductor es el asesinato de un importante empresario del pueblo, apodado el Txato, a manos de un comando etarra. Pero más que relatar uno de los tantos episodios sangrientos que se cometieron en esos años bajo el pretexto de la lucha por la independencia vasca, la novela desbroza la cotidianidad de un escenario en el que casi todos los habitantes del pueblo (o de la ciudad en otros casos) quedaron marcados por los actos terroristas de ETA.

De este modo, Aramburu lleva al lector, entre una historia y otra, a vivir el día a día de aquel pueblo en el que no solo se apoyaba (en secreto o a viva voz) la lucha armada independentista, sino que en la mayoría de los casos, imbuidos de ese patriotismo independentista que se les había contagiado en la sangre, justificaban y encubrían actos criminales a pretexto de aquel abominable fin ulterior. Así, el Txato, es extorsionado, amenazado y ejecutado por haberse negado a seguir pagando la “cuota” de apoyo a ETA y esto lo convierte a él y a su familia no en las víctimas, sino en los apestados del pueblo. El fanatismo nacionalista los hizo enemigos públicos y su suerte quedó sellada.

Sin embargo, pasarán los años y ETA anunciará el abandono de las armas. Llegará entonces, para casi todos, un período de paz, arrepentimiento y reconciliación. Pero para unos pocos remordidos y derrotados, fanáticos obsecuentes e irredimibles, estas palabras se mantendrán asociadas por siempre.

Oscar Vela Descalzo

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EL MOTEL DEL VOYEUR

Gay Talese (New Jersey, Estados Unidos, 1932), es un periodista y escritor que ha incursionado desde varias décadas en lo que la crítica ha llamado el “nuevo periodismo”, una corriente de los años sesenta que se caracteriza por la narrativa íntima de ciertos comunicadores que se involucran en temas polémicos o escandalosos para escribir sobre ellos como si se tratara de una novela de ficción.

Galese ha sido uno de los grandes exponentes del periodismo literario o nuevo periodismo con obras que han rozado la excelencia y la provocación tales como: ‘Honrarás a tu padre’, escrita en 1971, que dio origen a la famosa serie de televisión ‘Los Soprano’; y también el renombrado libro ‘La mujer de tu prójimo’, con el que exploró la vida sexual de los estadounidenses a partir de vivencias propias y de estudios que arrancaron más de una protesta en ese país.

Su último libro, ‘El motel del voyeur’ (Alfaguara, 2017), también ha originado ríos de tinta cargados de elogios y críticas. La historia empezó para Talese en los años ochenta cuando recibió una misteriosa carta de un hombre de Colorado que mencionaba haber comprado un motel en el que había realizado ciertas modificaciones en un ático para poder espiar a los clientes en sus aventuras sexuales. El autor se reunió entonces con el voyeur y le propuso escribir la historia con la condición de que se le autorizara mencionar en ella tanto su nombre real como el del motel con sus datos y ubicación exactos.

Gerald Foos, el particular voyeur, se negó en principio a incluir su infomación real en el libro, pero entregó a Talese la fotocopia de un diario en el que había recogido durante varios años las historias más picantes y truculentas de los clientes que visitaron el motel. Cuando el periodista leyó aquellos diarios comprendió que tenía en las manos una historia increíble que no solo iba a satisfacer las apetencias sexuales (y voyeristas) de ciertos lectores, sino que había allí otros secretos como violaciones, tráfico y consumo de drogas, violencia e incluso un homicidio.

Durante muchos años la obra permaneció en el limbo a la espera de la autorización de Foos para ser escrita. Esta autorización llegó cuando ya habíamos entrado el nuevo siglo. Talese se entregó entonces a narrar esta historia tomando como base el diario que le había entregado Foos. Allí descubrió que muchos los hechos que el voyeur mencionaba bien podían ser inventados por él, pero la gran mayoría resultaban aplastantemente reales.

Lo que nunca imaginó Talese (o quizás sí lo hizo de forma calculadora y premeditada) era el alboroto que armaría esta obra cuando el New York Times la sacó a la luz con una serie de reportajes que cuestionaban desde el punto de vista ético esa forma de periodismo que salta entre la realidad y la ficción con total impunidad, y que, al mismo tiempo, presumiblemente, había encubierto varios delitos cometidos en las habitaciones del motel a vista y paciencia del extravagante mirón.

Oscar Vela Descalzo

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HUMO

En la misma historia, gracias a la pluma estilizada e incisiva de la escritora Gabriela Alemán, confluyen el dictador paraguayo Alfredo Stroessner, el inventor del bolígrafo, un húngaro nacionalizado argentino de nombre Ladislao José Biró, el doctor Peter Palamazczuk, un investigador notable que curaba leprosos a mediados del siglo XX, además de Gabriela, Andrei, Pablo y Nacho, cuatro personajes vinculados por una historia grande que abarca la Guerra del Chaco (1932-1935) contra Bolivia, y la génesis y el epílogo de la dictadura anticomunista del general Stroessner.

‘Humo’ (Literatura Random House, 2017), la nueva novela de Gabriela Alemán, es un relato intenso, impactante y también sensible sobre los momentos más importantes de la historia paraguaya durante el siglo anterior. Los personajes reales conviven con otros que quizás no lo son en una trama magnética que empieza con el regreso de Gabriela a Asunción, dieciséis años después, para recibir un sobre que le ha dejado su buen amigo Andrei que acaba de fallecer. En ese misterioso legado Andrei narra una buena parte de la historia de la Guerra del Chaco de la cual fue protagonista accidental, y la particular participación en el conflicto de un joven teniente de apellido extraño al que aquejaba una terrible enfermedad. Gabriela descubrirá también en ese testimonio la insólita aventura que protagonizaron el propio Andrei junto a Biró y Palamazczuk en un viaje hacia el territorio de los ñandúes para capturarlos y usarlos en una investigación médica sobre la penicilina. Allí conocerá la protagonista principal de la novela el lado menos conocido de Stroessner y el vertiginoso ascenso que lo convirtió, poco tiempo después, en un dictador brutal que permanecería en el poder durante más de treinta y cinco años.

Gabriela deberá enfrentarse al pasado del país sudamericano y al suyo propio a través de los papeles de Andrei. Entre los vestigios que logra rescatar de su memoria y aquellos testimonios de su añorado amigo, reconstruirá una historia marcada por la migración, los totalitarismos, los desastres de la guerra, las violaciones a los derechos humanos, pero también por las grandes y pequeñas conquistas del hombre, entre ellas el amor, la amistad, el humanismo y la libertad.

‘Humo’ no pretende ser una cortina para ocultar la realidad que sacude cada tanto a Latinoamérica, por el contrario, es una novela que lanza una señal de alerta sobre el riesgo permanente que se cierne sobre nuestros pueblos cuando emergen de las tinieblas las ambiciones totalitarias.

A manera de confesión, Andrei develará poco a poco los momentos más oscuros de una historia escrita con la sangre de los inocentes sobre las sombras siniestras de la dictadura. Si el inicio de la novela es hipnótico y contundente, el lector quedará sorprendido por el ingenioso final que resulta ser una suerte de torbellino cargado de funestas revelaciones y de los más íntimos secretos de sus personajes y de la historia de Paraguay.

Oscar Vela Descalzo

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EL RUIDO DEL TIEMPO

El compositor ruso Dmitri Shostakóvich (San Petersburgo, 1906-Moscú, 1975), fue uno de los artistas que debió sucumbir ante el poder para rescatar sus obras de la censura y el olvido. Todo empezó una noche de 1936 cuando el músico asistió a la representación de su célebre ópera ‘Lady Macbeth de Mtsensk’. En el palco de autoridades se encontraban los camaradas más representativos del Partido Comunista de la Unión Soviética: Mólotov, Mikoyán y Zhdánov, pero además estaba allí el propio Stalin, que se había ubicado estratégicamente detrás de una cortina.

Tanto el director como los músicos de la orquesta, nerviosos por la presencia del líder y de sus principales acólitos, tocaron aquella noche con un vigor y una impericia inusitados, en especial los instrumentos de percusión que se encontraban, por desgracia, más cerca del palco de autoridades. Poco antes del cuarto acto, todos los miembros del gobierno soviético abandonaron el teatro.

Shostakóvich, que había sido considerado como un prodigioso músico desde niño, alabado y admirado luego como uno de los compositores más importantes del siglo, se encontró de pronto con el veto irracional de su obra en todo el territorio soviético. Stalin, de quien se dice era aficionado a la música aunque no un gran conocedor de la misma, se encargó de demoler al compositor acusándolo de que su obra era decadente, reaccionaria y estridente.

Años más tarde, tras haber sufrido las consecuencias de la prohibición y de haber pasado verdaderas penurias económicas, Shostakóvich se alineó (se dice que de labios para afuera) con el gobierno soviético, y sus obras volvieron a sonar en los principales teatros del país. A partir de ese momento fue acusado por los opositores de traidor y felicitado por los comunistas por haberse mantenido de pie y en la línea ideológica del partido. Pero pocas personas sabían que poco tiempo antes, en 1937, por alguna razón el gran líder había decidido que lo iba a terminar perdonando (o reclutando), y así fue, pues aquel año fue llamado a interrogatorio por participar en un supuesto complot para asesinar a Stalin. El famoso interrogatorio, antesala de una segura ejecución para él y los suyos, se suspendió de la forma más extraña y más tarde se supo que el interrogador había sido arrestado como sospechoso.

Julian Barnes (1946), uno de los mayores exponentes de la narrativa inglesa contemporánea, describe la vida de Dmitri Shostakóvich en esta conmovedora novela titulada ‘El ruido del Tiempo’, que desarrolla su trama durante el sanguinario gobierno de Iosif Stalin, quizá el peor de los criminales de la historia de la humanidad.

La historia de Shostakóvich y Stalin es un retrato fiel y descarnado del hombre humillado ante el poder absoluto, pero además es la muestra desgarradora del arte como expresión de la obsecuencia antes que de la libertad de inspiración y creación: una suerte de lágrima suspendida en un lienzo, en un libro, en una nota musical…

Oscar Vela Descalzo

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LA CASA DE LA MEZQUITA

No cabe duda que la lectura es fundamental para elevar el nivel cultural de una persona, pero no necesariamente todo lo que leemos hoy incrementa el caudal de nuestros conocimientos. Nuestra era, la de las redes sociales asociadas a desenfrenados cambios tecnológicos, nos ayuda a leer más, pero no a leer mejor.

Un altísimo porcentaje del contenido de lectura que se recoge en las redes sociales y en la web está asociado a temas triviales, a chismes de farándula, bromas de coyuntura o eventos sociales, y en cuanto a las noticias que allí circulan, cada vez más breves y efímeras, también en elevados porcentajes suelen falsas o al menos distorsionadas.

Es cierto que a través de cualquier dispositivo tecnológico podemos saber al instante que se produjo un atentado en oriente medio, que los miembros del Estado Islámico destruyeron una antiquísima ciudad persa o que las fuerzas iraquíes están a punto de conquistar Mosul, pero conocer no significa saber y peor aún comprender.

La aparición de ISIS en el espectro mundial desde el 2014, cuando su líder Abu Bakr al-Baghdadi autoproclamó su califato en medio de la yihad o guerra santa musulmana, dada la espectacularidad y lo sangrientas de sus acciones, ha copado buena parte de la información que circula en las redes, pero en realidad muy poca gente conoce a fondo el origen de estos grupos fundamentalistas, y por ese desconocimiento se cae en los errores comunes del sectarismo, el racismo y la ignorancia que llevan a confundir a todos los musulmanes, seguidores del Islam (su religión), con fanáticos terroristas como ISIS o Boko Haram.

Uno de los autores más relevantes del momento es Kader Abdolah, escritor de origen iraní, actualmente ciudadano de los Países Bajos, que publicó la exitosa novela titulada ‘La Casa de la Mezquita’, precisamente como una forma de contarle al mundo la realidad de lo que fue Irán, su patria, hasta 1979, y la transformación político-religiosa del país con la revolución del ayatolá Jomeini que derrocó al sah Mohammad Reza Pahlaví.

Narrada con un estilo simple pero magnético, la obra localiza la historia en la ciudad de Seneyán, en la que la familia de Aga Yan ocupa una posición relevante tanto en los aspectos políticos como en los religiosos, pues su vivienda, una casa enorme repleta de habitaciones, salones y extraños pasadizos, está adosada a una mezquita que se ubica en un zoco o mercado tradicional de la urbe. En esa casa transcurre una buena parte de la novela, como el reflejo de la vida modesta, sencilla y profundamente espiritual de los iraníes de la época, con historias fantásticas vinculadas a la mezquita y los imanes que pasan por ella.

La brutal transformación que sufrirá la sociedad iraní con el retorno de Jomeini, la conversión a la república islámica y la radicalización de los usos y costumbres de la población, constituyen uno de los antecedentes inmediatos de los grupos terroristas que hoy tienen en vilo a todo el planeta.

Oscar Vela Descalzo

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EL SABIO IGNORADO

El Pájaro aletea otra vez en las librerías del país. Luego de algunos años de haber sobrevolado esta historia, finalmente su nueva obra eclosionó. Me consta que la pasión y la obsesión fueron las fuerzas conjuntas que lo llevaron a buen puerto, pues en varios pasajes de esa travesía, que a momentos le resultó angustiosa, estuvo a punto de abandonar el barco.

Lo positivo es que el libro ya está aquí para el disfrute de los lectores, no solo de los lectores del Pájaro Febres Cordero, que son muchos, sino también para aquellos que no-le-pueden-ver-ni-en-pintura (y que dicen que son muchísimos más), pero que igual lo leen siempre y, bien sea remordidos, atragantados o esbozando una sonrisa en secreto, disfrutan o se atormentan con sus textos.

Para escribir esta nueva novela, que en realidad es una amalgama de crónicas, investigación, autobiografía e historia de ficción, el Pájaro no la tuvo fácil, pues, además de la rigurosidad y exigencia con la que lleva sus proyectos literarios, se encontró con un personaje extraordinario, situado en un contexto histórico ideal, pero con escasa información sobre una buena parte de su vida pública y de su intimidad. Pero un narrador maduro como él no se iba a dejar vencer por cualquier minucia, y al final encontró el tono y la voz ideales para darle vida y recuperar la memoria perdida de Jacinto Jijón y Caamaño, el sabio ignorado.

Mucho es lo que podemos conocer en el nuevo libro sobre este hombre que, además de millonario, noble, historiador, investigador, arqueólogo, lingüista, sociólogo, ideólogo conservador y escritor, fue candidato a la presidencia de la República (algo que hoy quizás le avergonzaría a él mismo entre tantos presuntuosos sin mérito que aspiran al poder), y fue también el primer alcalde de Quito elegido por votación popular.

En las páginas de este libro hay varias referencias a la Circasiana, esa maravillosa y señorial casa del norte de Quito que perteneció a la familia Jijón Caamaño, y en la que hoy funciona el Instituto de Patrimonio Cultural del Ecuador y el Archivo Histórico de la ciudad. En ese mágico espacio transcurre buena parte de la vida del personaje de esta obra, la vida misma de Quito y las figuras más notables de la época, y también varios pasajes de la niñez del autor que visitó algunas veces por distintas circunstancias la misteriosa y fascinante mansión.

Conservador de ancestro y convicción, Jacinto Jijón y Caamaño vivió la época romántica de la política ecuatoriana, pero también sufrió los avatares de la lucha fragorosa entre liberales y conservadores, y la inquina de sus enemigos que lo arrastraron más de una ocasión al exilio.

Escribir un libro no solo es un desafío que demanda trabajo, precisión, entusiasmo, hondura y meticulosidad, sino también un proceso en el que el escritor, como las serpientes, se deja la piel vieja entre las nuevas páginas de su obra.

En buena hora por el Pájaro, que sigue construyendo jaulas para encerrar sus palabras.

Oscar Vela Descalzo

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LA CASA DEL DOLOR AJENO

En la ciudad de Torreón, en el año 1911, en plena revolución mexicana, trescientos tres chinos, la mitad de la población de esa nacionalidad que había en la zona, fueron asesinados por una turba de civiles y militares con una crueldad espeluznante.

La matanza de los chinos no fue un hecho que se diera a conocer fuera de México, ni siquiera fuera de las fronteras de la ciudad de Torreón, pues había en torno al suceso una suerte de desmemoria histórica alentada seguramente por la vergüenza que había caído sobre los responsables de la acción y también de la omisión por el pequeño genocidio.

Sin embargo, con el tiempo, se han llegado a conocer buena parte de los detalles macabros que rodearon a esta historia, muchos de ellos confundidos en el momento político que vivía México por la revolución que se había iniciado en 1910 contra el régimen de Porfirio Díaz, y otros sepultados entre los escombros de la complicidad de una sociedad que no quería recordar ese tenebroso episodio.

Hoy se conoce que el 15 de mayo de 1911 las calles de Torreón quedaron sembradas de los cadáveres de los chinos. Los criminales, bajo un estado de embrutecimiento colectivo, no respetaron ni a las mujeres ni a los niños, y actuaron contra sus víctimas con una agresividad delirante. Se dice que el origen de la masacre fue la llegada durante la madrugada del 15 de mayo de dos mil miembros del ejército de fuerzas leales a Francisco Ignacio Madero. Se dice que los pocos soldados federales que aún quedaban en la ciudad huyeron en la mañana tras varias horas de combate y que la ciudad quedó desguarnecida.

La comunidad china, conformada básicamente por comerciantes que habían llegado a México huyendo del hambre que había en su país y de la persecución racial que habían sufrido en los Estados Unidos, fue testigo entonces del saqueo masivo de sus propiedades. Y, repentinamente, se constituyeron también en las víctimas del desenfreno cuando se les empezó a acusar de haberse aliado con las fuerzas del presidente Porfirio Días. Lo cierto es que el crimen estuvo salpicado por un enconado racismo que se había enquistado silenciosamente en los ciudadanos locales que veían a los chinos con envidia y rabia por el crecimiento de sus negocios.

Han pasado algo más de cien años de esta tragedia y, tras los pasos de unos pocos periodistas e historiadores que se decidieron a investigar el hecho, llegó también el escritor Julián Herbert (Acapulco, 1971), que acaba de publicar la novela titulada ‘La casa del dolor ajeno’, que además de desentrañar de forma precisa y veraz esta historia, conjuga en su interior otros géneros literarios como el ensayo, la crónica y el thriller periodístico.

Herbert, es un autor ácido y provocador (basta leer su novela anterior ‘Canción de tumba’, para comprenderlo), que acostumbra a sus lectores no solo a la buena literatura, sino también a la denuncia, a la irreverencia y a la compleja exploración de los misterios del comportamiento humano.

Oscar Vela Descalzo

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CURIOSA MUERTE LA DE MARÍA DEL RÍO

“Casi a nadie sorprendió –a mí menos, la verdad sea dicha- que el viejo profesor apareciera muerto de esa manera. Era más o menos previsible que las cosas tomaran ese rumbo. Había algo en el ambiente de la ciudad, un convencimiento generalizado, uno de esos rumores que se propagan en segundos. Era de suponerse –se evidenciaba en las miradas de quienes contemplaban el cuerpo del profesor, en la foto del diario El Meteorito- que sus juegos terminasen por llevarlo al más allá de manera atroz…”

Así da inicio a su nueva novela, ‘La curiosa muerte de María del Río’, (Alfaguara, 2016), el escritor cuencano Juan Pablo Castro Rodas (1971). Así atrapa al lector el narrador de esta historia, al mejor estilo de los grandes exponentes del género negro: Simenon, Chandler, Black, Ellroy, entre muchos autores que han dedicado sus vidas y sus obras al culto del crimen y al arte de matar.

‘La curiosa muerte de María del Río’ obtuvo el Premio de Novela corta Miguel Donoso Pareja, que se convocó en el marco de la Feria Internacional del libro de Guayaquil en el año 2015, según el acta del jurado: “…por su lograda organicidad, por su capacidad de intriga sustentada a través de un lenguaje funcionalmente literario y por la configuración de un sólido protagonista”.

A partir de la primera escena, descarnada y enigmática, el narrador anónimo describe con todo detalle el descubrimiento del cuerpo de la víctima, las múltiples y espantosas heridas que le ha provocado el arma homicida, una daga con empuñadura roja que el asesino le ha incrustado en el vientre, y las singulares características de este crimen que conducirá al teniente Veintimilla, protagonista principal de la novela, a involucrarse en el mundo subterráneo de un viejo profesor universitario que, a vista y paciencia de la conservadora sociedad cuencana, ha estado viviendo una doble vida.

La historia entra entonces en un ritmo frenético y pegajoso que transita entre bares frecuentados por homosexuales, discotecas, hospitales psiquiátricos y algunos muladares en los que el viejo profesor habría dejado sus huellas. La carga irónica de la narración, una impronta particular de la literatura de Castro Rodas, se ensaña con las sociedades andinas, en especial la cuencana y la quiteña, y recrea en el texto aquel modo de vida taimado, curuchupa y bastante convencional que caracteriza a las dos ciudades.

El autor de esta deliciosa novela hace gala de una prosa ágil y bien pulida que no se queda en el puro relato sino que profundiza y reflexiona en la condición de los personajes, todos ellos bien definidos tanto en su aspecto físico como en su carácter y comportamientos perfectamente entonados con el ambiente que rodea al misterioso crimen.
A propósito de los múltiples pliegues de la novela, dice el narrador en uno de sus pasajes: “La vida del profesor parecía haber transcurrido entre la anodina esfera del mundo académico, a vista de todos, y, paralelamente, en una enturbiada zona de penumbra.”
Oscar Vela Descalzo

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MATAR A UN RUISEÑOR

Tom Robinson es un hombre joven de raza negra que ha sido acusado de violar a una mujer blanca llamada Mayella Ewell. Ambos viven en Maycom, un pequeño pueblo del Estado de Alabama, en el sur de los Estados Unidos. La historia se desarrolla durante los primeros años de la década de los treinta, en el siglo XX, en medio de la Gran Depresión que sacudió al planeta.

 

Atticus Finch, abogado prestigioso, caballero ecuánime y honesto, ha aceptado defender a Robinson en el proceso que se le iniciará por el presunto delito. El encargo legal le ocasionará a Finch varios problemas con los vecinos de la localidad que no ven con buenos ojos que un blanco defienda a un negro en una causa criminal.

 

Los hijos de Atticus, Jem y Scout, todavía menores de edad, serán testigos y afectados directos por la campaña de desprestigio y ofensas continuas que se lanzarán contra su padre, pero además serán quienes lleven el hilo conductor de la historia en medio de un ambiente marcado por el racismo y la violación permanente a los derechos fundamentales del hombre. Durante el juicio, uno de los momentos más intensos y potentes de la obra, aflorará la conducta parcializada del pueblo en general y del jurado en particular frente a la nula evidencia del delito por el que se acusa a Robinson, pero también saldrán a la luz los perversos actos del padre de la supuesta víctima, un hombre de carácter iracundo y comportamiento cerril, en cuya personalidad se retrata con ironía a la sociedad estadounidense más conservadora de la época.

 

Ante las injusticias del caso, Finch, siempre íntegro y mesurado, explicará a sus hijos, metafóricamente, que ‘matar a un ruiseñor’ es uno de los actos más perversos y reprochables que puede cometer el hombre, pues aquella ave inofensiva solo es capaz de regalarnos su canto y su belleza.

 

La escritora estadounidense Harper Lee, fallecida en febrero de 2016, es la autora de este clásico de la literatura universal, ganador del prestigioso Premio Pulitzer y una de las obras más vendidas de la historia. La obra es ante todo un análisis crítico de la sociedad norteamericana de los años treinta, dominada por un conservadurismo extremo y por una discriminación aberrante hacia los negros, pero al mismo tiempo es una imagen desoladoramente parecida a lo que sucede hoy en los Estados Unidos, en pleno siglo XXI, cuando por ejemplo un tal Zimmerman, que disparó a un negro (Trayvon Martin) en plena calle porque presumía que era un delincuente que iba armado, fue absuelto por el jurado tras un fallo insólito; o cuando se detiene a un hispano porque su piel lo hace sospechoso; o cuando se condena a alguien de tez oscura, sin pruebas, en base a un fallo cargado de prejuicios y temores; o cuando un candidato presidencial de rasgos hitlerianos sube escandalosamente en las encuestas con un discurso racista y segregacionista…

 

‘Matar a un ruiseñor’ es una historia que debe avergonzarnos no solo por lo que fuimos, sino por lo que somos.

 

Oscar Vela Descalzo

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