Oscar Vela une Lima, Buenos Aires y Quito en un «doloroso triángulo de fuego»

Por Jesús Sanchis Moscardó

Revista Cartón Piedra

El escritor ecuatoriano Oscar Vela traza en su más reciente novela un «doloroso triángulo de fuego» entre Lima, Buenos Aires y Quito, escenarios de una obra de miserias humanas en la que el espacio y el tiempo se entrelazan con el sueño y la realidad.

 

Quito, 19 dic.- El escritor ecuatoriano Oscar Vela traza en su más reciente novela un «doloroso triángulo de fuego» entre Lima, Buenos Aires y Quito, escenarios de una obra de miserias humanas en la que el espacio y el tiempo se entrelazan con el sueño y la realidad.

Tres trágicos incendios verídicos ocurridos en discotecas de esas ciudades en 2002, 2004 y 2008, respectivamente, actúan como hilo conductor en «Yo soy el fuego», libro que denuncia la «estupidez» humana y la irresponsabilidad que hay tras dramas como estos.

Desgracias de este tipo «siguen sucediendo» y propician «la muerte y las desgracias personales» de muchos jóvenes, dijo Vela en una entrevista con Efe.

El fuego, presente en la novela «como elemento destructivo, de muerte, pero también de vida, elemento que de alguna forma te ayuda a transmutar», dijo, es un eje en torno al cual pivotan las historias de sus personajes, en cuyo interior bucea el autor para mostrar «la corrupción, la miseria, el vértigo actual de la vida».

Vela quiso también llamar la atención sobre la necesidad actual de muchos jóvenes «de buscar inmediatamente el éxito, a como dé lugar, arrasando, sin ningún tipo de pudores», en busca de «la fama, la fortuna, el dinero rápido».

«Yo soy el fuego», que la editorial Alfaguara prevé lanzar el próximo año en Argentina y otros países latinoamericanos, es «muchas historias en una», según el narrador, quien explicó que una de las partes del libro, donde se mezclan vivencias reales y sueños, «tiene mucho de denuncia de la soledad».

«Toca el tema de la juventud, del desarraigo» de un joven cuyos padres han emigrado a España.

Esa es una experiencia que en Ecuador, comenta, vivieron «cientos de miles de personas» que perdieron el contacto con sus familias emigrantes, al igual que el personaje de la novela, la quinta del autor.

El protagonista de esta parte del relato «no se halla en ningún lado, sino a través de sueños con una chica a la que no conoce, pero con la que, de alguna forma, tiene una relación onírica», explicó.

Los vaivenes en el tiempo y en el espacio convierten la obra en un auténtico «rompecabezas» en el que Vela, premio Joaquín Gallegos Lara en 2011 con «Desnuda Oscuridad», fue «colocando las piezas de forma que todo al final tenga un sentido y encaje».

«A mi me gusta leer este tipo de obras en las que tu cabeza está constantemente trabajando, en las que no te quedas dormido», señaló el escritor, y por eso decidió dar esta estructura a su novela, que «cada uno puede leer como quiera».

Para orientarse dentro de esta compleja trama recurrió a un método práctico: confeccionó «un mapa» en el que dibujó los elementos de la narración.

«Comienzo dibujando la novela: los personajes, los tiempos, cómo van a hablar, en qué momento entran o salen, si mueren… meto la mano, saco, quito cosas, la visualizo y de esa forma pude armarla mucho mejor», reveló.

Como en obras anteriores, hay un personaje cuya historia se cuenta en segunda persona, una técnica que permite conocer de forma «muy íntima» su pensamiento y por la que siente predilección Vela, quien confiesa que le fascinó el manejo que hace de ella Carlos Fuentes en «Aura».

Cuando Vela se sienta a escribir tiene el comienzo de sus historias «un poco revuelto en la cabeza» y «una idea vaga del final», que siempre resulta diferente a lo previsto.

Así ocurrió en «Yo soy el fuego», en cuyo proceso creativo, de unos tres años de duración, aparecieron «personajes que entran, otros que salen abruptamente, tipos que se presentan de pronto y quieren estar ahí, aparecen en la novela sin que yo los haya concebido siquiera», relató.

En el trasfondo, numerosas pinceladas de Quito, el escenario principal, que se convierte en «un personaje más» del texto.

Vela, un jurista de 45 años, confesó que se siente «más escritor y cada día menos abogado» y que, tras «veintitantos años» de carrera, llegó a la conclusión de que «la Justicia no es tal (…) pueden más otras cosas».

Por ahora compagina la abogacía con la literatura y prepara su próxima narración, basada en una historia real, cedida por un amigo, sobre la desaparición de un joven durante la dictadura argentina.

La novela está «bastante encaminada» como resultado de dos o tres horas diarias dedicadas a escribir, una gran pasión que absorbe desde niño al autor.

«Ahora no puedo parar, siempre tengo que estar escribiendo», confesó.

Oscar Vela

Hola, soy Óscar Vela, novelista, articulista y autor de reseñas para las revistas Soho y Mundo Diners. Bienvenidos.

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