¿Antigua luz o cincuenta sombras?
“Bill Gray era mi mejor amigo y me enamoré de su madre. Puede que amor sea una palabra demasiado fuerte, pero no conozco ninguna más suave que pueda aplicarse”.
Así empieza Antigua Luz, la magnífica novela del escritor irlandés John Banville, uno de los mejores exponentes de la literatura universal contemporánea.
Escrita con una pluma aterciopelada, la historia es relatada por su protagonista, Alexander Clave, que se remonta al pasado, cincuenta años atrás, cuando siendo un muchacho de quince años descubrió el amor con una mujer de treinta y cinco.
Los encuentros clandestinos de la extraña pareja alcanzan niveles intensos de erotismo y sensibilidad, pero también dejan entrever el peligroso abismo generacional que existe entre ambos. Por un lado, a momentos, Alexander se comporta como un chiquillo malcriado que se ha obsesionado por esa mujer que le descubre los secretos del sexo. Ella, por su parte, juega un doble papel de amante y madre que enseña y educa a un chico de la misma edad de su hijo. La trama es redonda y el descenlace sorpresivo.
No es una casualidad que la protagonista de la novela se llame Celia Gray y que la historia se desenvuelva entre los encuentros amorosos de un muchacho sumiso y novel en la sexualidad, frente a una mujer con amplia experiencia en el tema. De hecho estoy seguro de que Banville, escritor pulcro y sagaz, escribió esta nueva novela para abofetear de algún modo al mundo editorial que se vió sacudido (económicamente) por la impresentable trilogía de las “Cincuenta Sombras de Grey”.
La literatura erótica (soy generoso al incluirla entre la literatura), ha entregado a los lectores del mundo bazofias como la antes mencionada, y también sucedáneos que han resultado tan vomitivos como ella misma. Por esta razón, asumo, alguien con la sensibilidad de Banville, habrá resuelto escribir la historia de la enigmática señora Gray para demostrarle al exquisito Christian Grey que el amor y el erotismo, para no convertirse en pornografía telenovelesca y predecible, necesitan ser tratados con pulcritud y refinación, con cadencia y profundidad, con intimidad y sensualidad, con imágenes que antes de develar el misterio nos permitan intuirlo.
Los fenómenos editoriales como el de “Cincuenta Sombras de Grey”, con millones de lectores en todo el mundo, tienen la ventaja de acercar al vicio de la lectura a muchas personas que antes apenas habrán visto de lejos, y con cierta aprensión, una librería o una biblioteca. Hoy, con Antigua Luz, esos nóveles lectores que aún gozan recordando las escenas masoquistas de Christian y Anastasia, tienen la oportunidad de intensificar el deseo palpando la seda de las palabras escritas con precisión, paladeando las humedades que brotan de la pasión o percibiendo los aromas delirantes que flotan en el aire después del amor.