Trece libros que no son trece

Las listas de libros son siempre equivocadas o incompletas, sobre todo si lo que te piden es que hables de “los trece libros que te han marcado”. Sólo pensar en la posibilidad de hacer esa lista puede ocasionarte un vértigo espantoso, y al final termina uno traicionándose a sí mismo y tracionando al menos a un centenar de libros que merecían estar allí y que nunca más te verán igual desde su silenciosa quietud en la biblioteca.

En todo caso, el aniversario trece de Soho me obligó a hacer el ejercicio a sabiendas de que nunca llegaría a sentirme satisfecho con el resultado, de que la lista una vez terminada sería inmodificable y que los libros escogidos ni por casualidad serían exactamente trece.

Es importante señalar que los libros te marcan para bien o para mal: lo hacen para bien cuando al leerlos crees que el mundo puede ser mejor; y, para mal cuando los terminas y confirmas que el mundo siempre será una mierda. Por eso en esta lista hay libros que me marcaron de las dos formas:

Empezando por la época del salto entre la niñez y la juventud, que más que salto es un tropiezo, debo mencionar dos novelas que me acompañaron, además de otros placeres solitarios, durante la edad del burro: Los Tigres de Mompracem de Emilio Salgari y Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino de Julio Verne. Los saqueos de Sandokan y su tropa de piratas, y el extraordinario personaje del capitán Nemo y el misterioso Nautilus, quizás han sido los grandes culpables de mi afición por la lectura.

Más tarde me sumergí en Borges, y con él en El Aleph. Aprendí entonces que en el sótano de una casa de Buenos Aires existe una pequeña esfera tornasolada que concentra en sí misma todos los puntos del universo, que para verla hay que colocarse en una posición extraña sobre un escalón, pero que el esfuerzo vale la pena porque a través de ella puedes verlo todo. Más tarde, o tal vez antes, no estoy seguro pues la he leído al menos en tres ocasiones, enloquecí con la magia de Cien Años de Soledad, y puedo decir que después de cada lectura la maravillosa novela de García Márquez se superó a sí misma. Algo similar me pasó con Rayuela, a la que también he vuelto formalmente en tres momentos, aunque a veces regrese a ella de forma furtiva para rescatar a Oliveira de algún trancón filosófico o espiar a la Maga, que cada día me resulta más atractiva.

Y si de mujeres atractivas hablamos, pocas en la historia de la literatura como  Justine de Lawrence Durrel en su tetralogía El Cuarteto de Alejandría. Sus amores furtivos con Darley, bajo la mirada inquisidora de Nessim, el marido engañado, son una verdadera apología de la lascivia y la perfección narrativa. Justine es el primer libro de una saga sensual, misteriosa y fascinante que se completa con Balthazar, Mountolive y Clea.

Otro libro que me marcó tanto en su forma como en su fondo es Aura, la espléndida novela breve de Carlos Fuentes. En esta obra hay una escena que, según he notado, empieza a desgastarse de tanto haberla leído, aquella en la que Felipe se deja seducir, entre las hendiduras del tiempo, por la inmortal Aura.

La Casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata es, sin duda, una de las obras más bellas de la literatura. Del modo más sutil, buscando la eternidad a través de la palabra, esta novela fue escrita con la impronta espiritual y las profundas reflexiones orientales sobre la vejez, la pureza y la sensualidad. Es una lástima que algo tan hermoso haya pretendido ser homenajeado años después por un bodrio indigerible como Memoria de mis Putas Tristes de un tal Gabo.

Otro libro que no es un solo libro y que también me destroza las matemáticas del trece es El Mar de la Fertilidad, del japonés Yukio Mishima, que en la mañana del 25 de noviembre de 1.970, llevó a su editor esta tetralogía que acababa de terminar la noche anterior. Esa misma tarde murió de forma impresionante bajo la tradición del Hara Kiri. Las cuatro novelas que forman esta magnífica obra son: Nieve de Primavera, El templo del Alba, Caballos Desbocados y La Corrupción de un Ángel.

Es innegable que Kafka está presente en la mayoría de listas de lectores alrededor del mundo. La metamorfosis tiene un puesto asegurado en la cima de esas listas, y, por supuesto, a mí también me marcó casi como al propio Gregorio Samsa cuando despertó, pero si hay una novela de Kafka que me produjo verdadera impresión por su peculiaridad, ironía, belleza y humor es América, la historia del joven Karl Rossmann a quien sus padres envían contra su voluntad hacia el nuevo mundo después de que ha dejado embarazada a una criada. Este libro resulta un verdadero descubrimiento del continente americano a través de la extraordinaria narración de K.

Los Demonios, también conocida como Los Endemoniados, de Fiodor Dostoievski, es a mi gusto su mejor obra, no sólo la más profunda e intimidante, sino también la que exploró de forma nítida, casi perfecta, el alma del ser humano a través de personajes inolvidables como Piotr Stepanovich y Nikolai Stavrogi, dos verdaderos diablos.

Alessandro Baricco, dueño de una pluma finísima, es el autor de un monólogo escrito para teatro al que tituló Novecento. Este libro plagado de exquisitez y sensibilidad, relata la historia de Danny Boodman T.D. Lemon Novecento, un pianista prodigioso que contempla el mundo con curiosidad y temor desde el trasatlántico en el que nació y del que jamás ha bajado nunca.

Javier Marías es para mí un autor imprescindible. Su obra tiene picos muy elevados y casi ninguna depresión, pero todos sus libros están escritos con exactitud y belleza.  A mi gusto su novela más lograda es Corazón tan blanco, y de ella rescato como siempre su perturbador inicio: «No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola…».

Y hasta aquí mis trece libros, que como se habrá dado cuenta el lector, anticipado como estaba, no son trece.

Oscar Vela

Hola, soy Óscar Vela, novelista, articulista y autor de reseñas para las revistas Soho y Mundo Diners. Bienvenidos.

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