Todo ese ayer
Por Fernando Larenas
Diario El Comercio
Al contrario de ‘Yo soy el fuego’ (Alfaguara, 2013), una inmersión profunda en el ambiente roquero de la periferia y de los submundos, esta vez el escritor quiteño Óscar Vela Descalzo aterriza en la realidad burguesa de un Quito politizado y de una clase media de “católicos practicantes” e “infieles consuetudinarios”. O como describe uno de los personajes de su nueva novela ‘Todo ese ayer’: “Quito, ciudad franciscana hundida en el fango de la corrupción y la lujuria, pero eso sí, rezadora y devota como pocas, ciudad monja y puta a la vez”. Esta interpretación de la sociedad es apenas el entorno de una historia, pero el escritor, sin necesidad de convertirse en historiador es capaz de narrar un período trágico, no solo de Ecuador, también de una Argentina que practicó la tortura, el robo de niños y la desaparición o ejecución de personas por pensar diferente durante la dictadura de Videla (años setenta y ochenta del siglo anterior).
Para comenzar por lo ecuatoriano, el escritor hurga en uno de los temas más sensibles de la historia reciente: el 30S. Y lo hace con inteligencia, narra cronológicamente los episodios, ni asevera ni desmiente si lo que ocurrió ese día fue un golpe de Estado, un secuestro o una insubordinación policial. El argumento no pretende influenciar a nadie, respeta la interpretación de cada uno frente a un debate absolutamente inútil, solo apto para políticos profesionales. El contexto argentino comienza con la evidente influencia de Borges en la narración (incluso con fragmentos poéticos), esto es un valor agregado importante del libro.
Argentina, marcada siempre por el fantasma de Perón, fue gobernada por una de las más cruentas dictaduras militares. Sebastián, uno de los personajes de la novela, hijo de un próspero empresario, apoyó a la guerrilla urbana de los Montoneros. Él fue muy amigo del ecuatoriano Federico, hijo de un embajador en Buenos Aires en el mismo período. A los 34 años de muerto o desaparecido, Sebastián reaparece y se contacta vía e-mail con Federico, un burgués que había alcanzado todo lo que se propuso en la vida. Todo mientras estuvo felizmente casado con Rocío, hija de un influyente empresario quiteño. El personaje se quedó sin nada apenas fueron descubiertas sus infidelidades y, en paralelo, se desplomó su buena reputación. Junto con las intrigas, las envidias, los rencores, aparecen los planes de venganza y así se aprecia mejor a la sociedad burguesa, religiosa e hipócrita.
Los personajes son reales, también la historia, la del siglo XX y la contemporánea. Lo más importante es que la fluidez del relato permite apreciar la prosa impecable de Vela Descalzo, quien deja abierto el espacio para la imaginación, especialmente para la sorpresa, que es lo que generalmente esperan los lectores cuando compran una novela.