Un teatro dirigido desde el inframundo

Revista Vanguardia

Diario La Hora

DESNUDA OSCURIDAD
NOVELA
Óscar Vela
Editorial Alfaguara
234 páginas

Desnuda Oscuridad es la cuarta novela de Oscar Vela (Quito, 1968). En una ciudad decadente hay en un mundo subterráneo, allí se ensambla un relato de ficción complejo y misterioso.

Hace siete años, un veinteañero se dedicó a matar homosexuales de clase media y media alta en Quito. Fue atrapado y actualmente está en la cárcel. Ese personaje actuó como detonante en la pluma de Oscar Vela. Aunque no encontró en él más que un criminal sin complejidad sicológica, supo construir uno: Ariel. Su vida es sólo una de las cuatro que atraviesan por Desnuda Oscuridad. 

Esta novela es tan compleja e imbricada como la ciudad donde transcurre. Quito se desdibuja de forma tenue para ser cualquier ciudad del mundo, bajo sus calles, en Megalópolis, la ciudad de los desvalidos, hay una vida subterránea, gobernada por una secta de mendigos. Aunque roban, son más que ladrones, son los seguidores de una secta que cree en la muerte mística. Sobre el laberinto de la secta están Sócrates y Ariel que, sin saberlo, son dos fichas de un ajedrez que se juega desde ese submundo. 

El gran titiritero de esta historia es Moarry. Un albino que aparece en la vida de Ariel cuando éste es, apenas, un adolescente enamorado de su hermana Imelda. Entre ellos hay una relación erótica, que para Imelda es sólo un juego, pero descoloca a Ariel hasta querer con todas sus fuerzas ser ella. Imelda es también quien arrastra el destino de Sócrates, juntos huyeron a la ciudad cuando ella era una adolescente. Mientras Ariel guarda un impulso destructor que no limita sus fuerzas para matar homosexuales; Sócrates, que asesinó a un hombre,  se convierte en espía de la secta, a cambio de recuperar su libertad.  Moarry no sale nunca de la vida de Ariel, él  lo huele, siente su presencia aunque no esté. Imelda es quizá el personaje más inasible, no está presente sino en los recuerdos. Es la causante de mucho de lo que ocurre, pero no está sino en una escena. Lo poco que se lee de ella es absolutamente seductor, desde niña se revela como una bomba sexual y una experta manipuladora. Pero ni una de sus razones está en este libro.   

Las historias de Ariel y Sócrates transcurren con trece años de diferencia. Y cada capítulo es una voz, pues cada personaje vive —o cuenta— su parte de la historia. Es un tejido exquisito, un rompecabezas tridimensional que se va ensamblando a medida que avanza el relato. Oscar Vela logra mantener el ritmo de la narración con microhistorias que ayudan a construir el relato principal, como la de Teo que, sin ser un protagonista, es el mendigo que guía a Sócrates por los secretos de la secta. 

Oscar Vela sabe construir atmósferas tan densas como los personajes. Su ciudad es nocturna, mezquina y decadente. No hay redención posible, tampoco la busca. La oscuridad es el líquido amniótico donde flotan los personajes, fuera de ella no tendrían sentido.  

Aunque hay un final, Desnuda Oscuridad no termina en este libro. El círculo se cierra sobre Ariel, pero Oscar Vela, gran lector del Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, quiso crear una historia con aliento suficiente para extenderse en dos libros más. Quedan pendientes dos vidas que contar: Moarry e Imelda.

 

Oscar Vela

Hola, soy Óscar Vela, novelista, articulista y autor de reseñas para las revistas Soho y Mundo Diners. Bienvenidos.

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